Ceiba speciosa (A.St.-Hil.) Ravenna
BombacaceaeDurante el siglo XVI la introducción de las plantas americanas en el Viejo Mundo a través del puerto de Indias por excelencia, Sevilla, se debió a la curiosidad e interés de soldados, marinos y colonos, y sobre todo a diversas órdenes religiosas, pero también al empeño de varios médicos y eruditos sevillanos. Los huertos privados de estos médicos-botánicos sirvió de ejemplo para que los jardines del propio Alcázar sevillano se convirtieran, por intermediación de Felipe II, en uno de los primeros jardines de aclimatación de las nuevas plantas venidas de América. A esta primera oleada de plantas se le sumaron posteriormente otras llegada, fundamentalmente, con motivo de la celebración de la Exposición Iberoamericana de 1929 y la Exposición Universal de 1992.
El caso concreto del palo borracho parece estar vinculado con la segunda de estas oleadas existiendo en la actualidad 6 magníficos ejemplares. Se trata de una especie que pertenece a la misma familia que el baobab y la ceiba, árbol sagrado de los mayas. En un libro de la época colonial donde se recoge antiguas tradiciones prehispánicas, el Chilam Balam, se narra la historia de una ceiba mítica que funcionaba como eje o centro del mundo abarcando los tres planos del universo: las raíces son Xibalbá, el inframundo, el tronco y las ramas son Cab o nivel terrestre, y el ave Quetzal, posado en lo alto de su copa, el cielo. Así, en la producción artística prehispánica de los mayas, las representaciones del cuerpo humano aparecen asociadas a la ceiba, en un paralelismo que asimila la vida humana a la del propio árbol, simbolizando el vínculo humano con la Naturaleza, donde ambas son lo mismo: el eje del mundo.
En su lugar de origen su néctar es de gran atractivo para los colibríes y las mariposas monarcas que actúan como sus polinizadores.
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