Myrtus communis L.
MyrtaceaeTanto su denominación clásica grecolatina, myrtus, del griego myron, como la española de origen árabe arrayán aluden a una de las cualidades destacables de esta planta: su perfume. Fue utilizado por ambas culturas como elemento indispensable en sus jardines. Para los romanos era la planta consagrada a Venus, Plinio narra ritos nupciales en los que los esposos iban coronados con mirto durante el banquete, y de su naturaleza erótica y amorosa también nos habla Ovidio en sus factos.
Jugó un papel fundamental en el ars topiaria, la creación de esculturas y formas geométricas mediante la adecuada poda de plantas como el mirto. Esta tradición romana de usar el mirto como seto aromático y a veces escultórico de sus jardines fue continuada por los árabes en al-Andalus: en la poesía andalusí, basta decir arrayán para representar el jardín entero. El Patio de los Arrayanes de la Alhambra es un ejemplo de lugar de disfrute asociado a este arbusto.
Los setos de muchos de los jardines del Alcázar durante los siglos XVI y XVII eran de mirto. Espectaculares en este sentido era el caso del Jardín de las Galeras, llamado así por los navíos de mirto que tenía, y las esculturas de ninfas y sátiros compuestas del recortado de esta planta en el Jardín de la Danza que explican el nombre por el que todavía hoy se conoce a este jardín. En la entrada al Jardín de las Damas había en época de la visita de Rodrigo Caro en 1634 dos gigantes tallados en mirto que representaban a Hércules y Anteo peleando. Estos ejemplos nos hablan de la recuperación del ars topiaria que tuvo lugar a partir del Renacimiento, una técnica que creaba un ambiente artificioso, ambiguo y sorprendente, muy al gusto manierista del momento.
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